martes, 25 de agosto de 2009

Cuántos deseos.

Cuántos deseos

El viento ha roto los cristales que se encontraban junto a ti esa noche, revuelo de sentimientos que hundieron mi mundo y un futuro difuso que se presentó de pronto.

Esa noche el pozo se llenó con mis monedas.

El tiempo tácito entre las gotas de rocío, tiempo inerte, tiempo infinito, el tiempo se ha vuelto una extensión de mis sentimientos más profundos, tiempo que llega cuando no la tengo.

Esta noche vi la primera estrella sin ti y una moneda más al pozo, pero tú, indiferente y un paso atrás que te sacó de la proyección.

Eres la música que sacudió el tiempo y tú mirabas el vacío, perdida.

La vida feliz se resumía en ti como nuestro amor se resumía en un beso, eras tú la que me decía que sí del corazón para adentro y en tu puerta el futuro.

Si me voy pensaré en ti como piensa un ciego en su último recuerdo de visión. Te dije.

Eras la promesa de amor eterno, la palabra de cariño al oído, la caricia de buenas noches, la melodía dedicada por amor, si lo romántico tenía un motivo lo eras tú. Y yo, una moneda más al pozo.

Cuántos deseos pedidos estas noches, cuántas lágrimas en el lago, cuántas horas he visto esta luna, cuánto tiempo he sentido tu aroma con los ojos cerrados, eras la que dio el significado a al momento, la vida, el tiempo, el espacio y los sentimientos ya no serán los mismos. Fuiste el soplo que apagó las velas esa noche y un torrente de mis ojos que como afluente alimentaron al río.

Quisiera que esta moneda fuese la última.

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